Leyendas de Bolivia: Leyenda guaraní del dios Ñanderú y la creación de la tierra


Cuentan los Guaraníes que en el principio de los tiempos estaba solo el Dios Creador, que ellos llaman Ñanderú. Ñanderú se había creado a sí mismo, de a poco.


En ese entonces no había ni árboles ni montañas, ni gente, ni nada. En su soledad, Ñanderú empezó a crear. Creó primero el lenguaje de los hombres, las palabras. Y entonces quiso que alguien más pudiera hablar y creó a otros dioses, cuatro parejas de dioses que a su vez iban a tener hijos también dioses.

Después, Ñanderú hizo que la punta del bastón que siempre llevaba en la mano empezara a engordar, más y más. De allí salió la Tierra, de a poquito.

Para que la Tierra no se moviera, creó una palmera. Era una palmera que iba a durar para siempre y estaba justo en el medio de la Tierra. Después creó otra palmera igual en el Este (que es por donde sale el sol), otra en el Oeste, otra en el Norte y otra en el Sur. Y así, con esas cinco palmeras que iban a vivir siempre, sin secarse nunca, la Tierra quedó como clavada, bien firme.

Al cielo lo dejó apoyado sobre cuatro columnas, cuatro postes de madera iguales a s bastón

Fue entonces cuando hizo los primeros animales y las primeras plantas. Uno de los primeros que voló por ahí fue el Colibrí; la Víbora fue la primera que se arrastró. La primera en cantar fue la Cigarra.

Los Guaraníes dicen que, de entrada, Ñanderú había hecho la Tierra toda tapada por una selva que no se acababa más; parece ser que después pensó que era mejor que hubiera también campos sin árboles, y ahí creó a la Langosta. La Langosta iba por todos lados, a los saltos, y en algunos lugares clavaba la cola en el suelo (igual que hacen hoy
todas las langostas para poner sus huevos). En ese lugar crecía el pasto y desaparecían los árboles y es así que las llanuras aparecieron después que vino la Langosta. Cuando estuvieron listos esos campos, llegó la Perdiz, que se alegró, cantó de contenta y se quedó a vivir ahí.

Después Ñanderú inventó el Tatú, que se puso enseguida a escarbar la tierra.

La Lechuza quedó como dueña de la oscuridad; por eso, sale nada más que de noche y duerme de día.

Después vinieron otros muchos animales y también los primeros hombres y mujeres.

Entonces, Ñanderú se volvió al cielo y les dejó encargado a los otros dioses que cuidaran bien de todo.

Escucha la leyenda en el idioma guaraní



Pasó el tiempo; algunas personas se habían vuelto muy buenas pero otras se habían vuelto muy malas: no todo andaba bien, así que los dioses decidieron que era mejor hacer arreglos.

Pero para no dejar las cosas a medias, mandaron un diluvio: toda la Tierra se inundó. La gente buena pudo subir al cielo con Ñanderú pero los que eran malos se transformaron en animales: ranas, peces y otros bichos.

Después, Ñanderú le pidió a otro de los dioses, que se llamaba Jakaira, que se encargara de hacer de nuevo la tierra. Jakaira, a su vez, le dio trabajo a su hijo Pa-pa Mirí.

Pa-pa Mirí trabajó mucho. Hizo nuevas plantas, nuevos animales; fue amasando la tierra nueva y llenándola de árboles y pasto. Hizo ríos y arroyos. Pero parece que antes de que terminara lo llamó su madre, porque lo quería ver, y Pa-pa Mirí dejó las cosas como estaban. Y dicen los Guaraníes que por eso hay montañas que no son sino montones de tierra y piedras que le sobraron al dios y que a la gente no le sirven de nada.


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